viernes, 11 de mayo de 2012

Mi Confrontación con la Docencia

Bienvenidos compañero, anexo el documento de Mi Confrontación con la Docencia.

Cuando inicié con esta actividad me encontraba estudiando el penúltimo semestre de Ingeniería Industrial Mecánica, en el Instituto Tecnológico de Oaxaca. He de decir, pecando incluso de poco modesto, que me considero como estudiante de regular a bueno, como supongo que hay muchos en esta Especialidad y que, quizá por eso, fueron invitados a participar en un proceso educativo. En mi caso, un maestro a quien aprecio mucho, me invitó a sustituirlo en el curso de Trigonometría que impartía en ese momento y que tenía que abandonar por motivos personales, en el Bachillerato en que estudié.
El siguiente semestre me invitó a participar en otro proyecto educativo de la iniciativa privada. Cuando terminé la licenciatura ya estaba participando de la docencia aun sin saber bien a bien la complejidad a la que me enfrentaba.
De ahí en adelante he participado en varios proyectos. En alguna escuela trabajé con preescolares, dándoles computación, una experiencia por demás encantadora. Trabajé en nivel primaria, secundaria, bachillerato e, incluso, en licenciatura, dando clases de matemáticas y algunas áreas de informática. Durante estos primeros diecisiete años tuve oportunidad de recibir algunos cursos de formación como docente entre los cuales destaco por la importancia que han tenido para mi labor educativa un Diplomado en Habilidades Docentes, impartido por el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey en una institución de la ciudad de Oaxaca, un seminario de Neurofisiología del Aprendizaje, un curso de Superaprendizaje, basado en teorías de Programación Neurolingüística, Canales de Percepción y Métodos de Aprendizaje, Filosofía para Niños, y otros más que escapan a mi poca memoria.
Hace cinco años ingresé a DGETA, al CBTa 51 de Yanhuitlán, en Oaxaca, donde se encuentra el templo dominico del Siglo XVI. Debo reconocer que el apoyo que he recibido de parte de la Dirección General a la que me encuentro adscrito ha sido de gran relevancia en la formación personal. Un año después de ingresar a DGETA tuve oportunidad de estudiar una Maestría en Educación impartida por la Universidad Santander de Tamaulipas, de asistir a los XLIII y XLIV Congresos Nacionales de la Sociedad Matemática Mexicana, en Chiapas y San Luis Potosí respectivamente, así como de participar como ponente en dos cursos para docentes de matemáticas en Oaxaca y uno más en Chiapas. En este momento me encuentro cursando el Tercer Módulo de la Especialidad en Competencias Docentes para la Educación Media Superior, en el marco de la Reforma Integral de la Educación Media Superior, la cual considero como pilar para acercarnos al ideal en nuestras aulas, de los dos primeros módulos he aprendido un sinnúmero de elementos para aplicarlos en mis clases.
Considero la labor docente a nivel medio superior muy importante en nuestra sociedad. Sin embargo, considero también, que la formación de quienes participamos en ella está más avocada a profesiones diferentes a las docentes, por lo tanto, se puede hablar de muchos temas, pero se carece de elementos indispensables para  el desarrollo de las funciones docentes.
Por otro lado, el sistema educativo en sí tiene muchos problemas. Algunos derivados de la propia sociedad, como lo su propia evolución. Algunos derivados de intereses personales y de grupo pero, al final de cuentas, se tiene un objetivo que alcanzar, pero, para hacerlo, hace falta corregir muchos de los errores que hemos arrastrado por décadas. Considero que hace falta dar un espacio para formar a las personas que se integrarán a los planteles y que, en muchas ocasiones, carecen de perfil, de preparación y, lo que es peor, de vocación.
Desde esta perspectiva, ser docente del nivel Medio Superior es todo un reto. Es un reto que debemos aceptar conscientemente, buscando los medios para mejorar nuestra práctica docente y entender que ese mejorar no tiene un punto final, al contrario, es un proceso que se vuelve la vida misma del docente y, cuando se detiene, ésta deja de tener sentido.
Ser docente del nivel medio superior, desde el particular punto de vista, es una oportunidad de crecer como persona y de participar en el crecimiento de otras más. Es preparar el camino para una mejor sociedad, más justa, más equilibrada. Creo decididamente en Martin Luther King cuando decía “Sueño que mis cuatro hijos vivirán un día en un país en el cual no serán juzgados por el color de su piel, sino por los rasgos de su personalidad”, yo solo tengo tres hijos, pero tengo el mismo sueño. Y tengo el mismo sueño por todos mis alumnos, tanto aquellos a quienes lejos de ayudar a crecer, les afecté por inexperiencia o cualquier otra causa, como de aquellos que guardan un buen recuerdo del profesor de matemáticas.
A lo largo del camino se ha aprendido mucho, algunas cosas, al aprenderse, duelen, pero significan buenas lecciones. También se conservan muy buenos recuerdos. Pero lo que se tiene muy claro es que se queda debiendo mucho, tanto a la sociedad como a los alumnos en particular. Se les queda debiendo lo que se aprende de ellos. La deuda se hace mayor cuando algún vemos a algún joven que fue nuestro alumno, terminar una carrera y tener la firme seguridad de ser parte del proceso que le permitió alcanzar esa meta. Se les debe a los padres de familia el poder mirar sus ojos el día que sus hijos se gradúan, una mirada de orgullo y satisfacción que pocas veces podemos mirar en otro lado.
Pero también debemos a la sociedad por todas las expresiones de corrupción que nos dan una evaluación negativa de nuestro quehacer cotidiano. No podemos negar que, cuando se genera un trabajador que no sirve correctamente a su sociedad, es el resultado de un ejercicio que no fue adecuadamente realizado en el aula. No podemos, de ninguna manera, justificarnos cuando lo elemental que debemos formar en el salón de clases, es un ciudadano útil a su grupo social.
Por lo anterior, creo que un docente debe ser consciente de la responsabilidad que tiene en sus manos, debe ser libre de elegir continuar en el proceso y, en caso de aceptar continuar, comprometido con su tiempo.

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